sábado, agosto 07, 2004

Rituales y Mitologías 1

La voz de la Esfinge

En el desierto se levanta la Esfinge. Aún maltratada por el tiempo no deja de ser impresionante y misteriosa. La Esfinge es el guardián de los umbrales prohibidos; escucha el canto de los planetas; vela al borde de las eternidades. El viajero levanta la vista y la contempla admirado. A partir de su rostro de dios solar la recorre. Observa con la esperanza de que en cualquier momento deje oír su voz, pero sólo percibe el viento del desierto, el murmullo de los que como él han venido al mismo sitio. Avanza hasta la roca y se recarga en ella; le han dicho que la voz sólo se percibe cuando alguien se atreve a enfrentarla. Por largos minutos permanece recargado en ella hasta que la Esfinge le cuestiona. De sus palabras surge la duda. La posibilidad de que Esfinge y viajero sean uno solo en realidad. La duda plantea siempre un nuevo comienzo que de ninguna manera será el último; salva del conformismo, del estancamiento. Los inconformes buscan en el escepticismo su libertad. Sin embargo, no es el enigma lo que los hace libres; en todo caso despierta el pensamiento para que sea la inteligencia la que dé la libertad. Será finalmente el viajero el que decida, por su cuenta y riesgo, si atiende aquella voz que nace de lo hondo y acepta la invitación oculta en el enigma. La Esfinge se presenta al comienzo de un destino que es a la vez misterio y necesidad.

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